Entropía
Aquí estoy.
Escribiéndote.
Así de ingenua...
Envidio a quien no te sabe, a quien no te sufre, a quien desconoce tu perfume. Envidio a todas aquellas personas a las que no contagiaste de un terrible hastío cada que se extinguía la semana.
Voy desprendiéndome por completo de algo que nunca tuve ni a ratos. Voy desprendiéndome de ti, a pesar de este incontenible deseo de saber qué tanto murmuras cuando nadie te escucha. El deseo de aferrarme a tu mirada como el ancla que -sin remedio- se sabe hundida en la arena.
Me despido del capricho de querer quemarme sin que importe mucho si es en tu calor o en tu frío. Quemarme en ti. Contigo. Y que mis dedos se enganchen a los tuyos por accidente, pero siempre; con esa sensación que dejó el sonido de tu nombre acariciándome la lengua y arañándome la garganta cada que lo pronunciaba.
Le digo adiós a este amor que sólo puede ser caos. Adiós a tu luz porque nunca pude volverme atardecer en tus brazos. Adiós porque no pude ser la tinta que recorre a pedacitos tu piel de madrugada.
Me voy de ti como el adicto que queriendo curarse, va viviendo un día a la vez. Como si (sobre)vivir un día fuera poca cosa. Me voy de ti sin dejar de quererte, envidiándole más que nunca a Sabines Espero curarme de ti y preguntándome si en verdad lo que sigue es ser una interna más de tu manicomio.
... Así de loca.