(Des)amores
David, pasar mis manos por tu cabello mientras te quedabas dormido era todo el romance que necesitaba a los diez. Perdón por romperte el corazón a los doce. Nuestro beso bajo la lluvia a los dieciséis está en mi lista de Besos Favoritos. Sueño contigo muy seguido.
Carlitos (ahora Alejandro), fuiste el mejor primer beso. No besarte años después fue tan sorprendente para ti como para mí. Eres la razón por la que me volví tan buena recordando las fechas de aniversario. Y de cumpleaños. Y de ruptura. Hace mucho no pensaba en ti.
Carlos, nuestro peor error fue tener una intermediaria. Escuchar tu risa me sigue dando ternura y calma, por eso mi afán en hacerte cosquillas. Espero que los años (y mis disculpas) hayan curado un porcentaje del daño. Gracias por no irte por completo.
Charlie, no deberías estar aquí. Cuento el desamor de mi hermana como si fuera mío porque dejar de saber de ti me dolió casi tanto como a ella. Después de todo este tiempo, no puedo mencionarte ni escuchar de ti sin llorar. El lunar de mi mejilla sigue indeleble, tal vez es porque nadie más ha intentado borrarlo.
Jorge, me quisiste en —la que considero— la peor etapa de mi vida. Yo también te quise mucho, creo que eso lo compensa. Seguro tu necedad y la mía siguen siendo buenas amigas. Nunca faltaste a una cita en las escaleras. Me hiciste enojar como nadie, pero me dejaste ganar todas las peleas.
Braulio, fuiste el crush más largo de mi vida. Pensé que nunca se me quitarían los nervios de hablar contigo. No sé si ya lo logré o solo ha pasado mucho sin verte. Gracias por ayudarme a pelearme con Ángeles Mastretta.
Ricardo, fuiste la primer persona a la que le escribí algo parecido a un poema. Gracias por leer todo, aunque sé que te daba muchísima flojera. A pesar de que la lista de imposibilidades y la distancia pudieron con nosotros, te recuerdo con mucho cariño. Eres la razón por la que dejé de obsesionarme con todas las fechas. Es una lástima ya no saber en qué parte del mundo estás.
Leonardo, siempre será un agasajo coincidir. Ojalá esta novia sea La Indicada. Todo se puso raro desde la vez que olvidé tu cumpleaños, pero espero haberlo remediado cuando te felicité en el mío. Perdón por darte largas cada que había posibilidades de agendar una cita. Entiendo perfectamente por qué dejaste de seguirme en Twitter. Gracias por presentarme a Edgar.
Julián, ese ni siquiera es tu nombre real. Eres mi secreto mejor guardado. No puedo escribirte nada que no te haya dicho. Gracias por cantarme la canción que te pedí la última vez que hablamos por teléfono. No hay día en el que no piense en ti.
Adrian (sin acento), qué curiosa la química de nuestras manos. Nunca pudimos sincronizarnos para ser. Aún sonrío cuando te pienso. Perdón por tanto drama innecesario. Nuestras pláticas de madrugada fueron una joya desde el primer día. Gracias por contarme el golpe que sufrió tu corazón recientemente, lo lamento.
Fernando, qué raro decirte así. No he visitado el parque que vio nuestras mejillas rojas de tanto querernos desde hace cuatro años. Tal vez seguiremos siendo dos que nunca van a dejar de saberse las formas de bailar (y besar) del otro, dos que se siguen conociendo, que se saben secretos y que comparten mucho más que un par de bodas y una canción.
Antonio, eres la historia que nunca cuento. No olvido todas las oportunidades que tuviste para dejar de decir mentiras. Hay una grieta irreparable entre nosotros. Eres el recordatorio constante de lo raro (y cabrón) que es el destino.
Diego, no cumplí la promesa de no enamorarme de ti. Eso me pasa por altanera. No me arrepiento de nada.
Edgar, pagaste por adelantado con tus canciones la única vez que me rompiste el corazón. No te enteraste de nada, tampoco tenías por qué. Sigo escuchándote cuando necesito pretextos para estar triste. Perdón por ya no ir a verte.
Diego, como la primera vez no fue suficiente, seguí enamorándome de ti. Me has dado inspiración a manos llenas para escribir los textos más bellos y también los más tristes (hasta ahora), no sé si aplique un pleonasmo. Podría escribir un libro entero sobre nosotros. Tal vez después.
Notas al pie:
Yo tampoco sé por qué hay tantos Carlos.
Diego y Diego sí son el mismo Diego.
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