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Arendy Ávalos

Usted

Aunque le he escrito a la menor provocación y he intentado asegurar algunos recuerdos bajo llave, parece que hay letras empeñadas en dirigirse a usted, igual que yo ciertos días. Tal vez es porque hoy lo sé más lejos que de costumbre y pretendo acortar los kilómetros con un recurso diferente a los mensajes de madrugada o las llamadas a mitad de la noche.

A veces, me descubro entre los pulmones el impulso de tomar mis llaves, emprender el camino hacia su ventana, recorrer el pedazo de ciudad que separa sus ganas de las mías y aparecerme de repente, como en la película de Victor Levin que bien podríamos ser. Tal vez es porque todo me lo ha dicho en sueños y deja las reservas para cuando estoy despierta.

Aun así, la memoria de mis manos conoce la longitud exacta de sus pestañas, cada vértice de su cara y he logrado descifrar algunas de las razones por las que se le hacen chiquitos los ojos. Aun así, el deseo de empañar los cristales que nos adornan el rostro y de aprenderme la ruta que trazan las cicatrices en sus dedos sigue aquí después de dos otoños.

Foto: Pinterest
Eleni Debo

Quiero decirle al oído, en un susurro, que la tercera persona del singular jamás me había parecido tan cercana. Contarle que, además de que es una de mis sorpresas favoritas, extraño sobresaltarme con los pellizcos incontrolables de su índice y su pulgar o temblar con el ritmo de su cadera cuando está cerca de la mía.

¿Usted sabe que lo pienso? Puede que lo sospeche, pero permítame contarle que cuando escribo sobre un tal Jorge Negrete, por ejemplo, pienso que de mis dedos saldrán palabras como estas, porque cuesta un poco acostumbrarse a las coincidencias... O que la silueta de su sonrisa florece cuando en el fondo suena Pancho Céspedes.

Solo espero que los semáforos en rojo sean siempre un pretexto para bebernos el aliento por unos segundos, esperar que todo avance en cámara rápida y que, al cruzar el portal, el tiempo pase más lento. Ojalá que, una vez más, pueda narrarme la historia detrás de Un vestido y un amor que podría contarme Fito Páez, pero prefiero escuchar con su voz. Antes de dormir. Todas las noches.

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