La crisis de los 20
Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida,
le pedí que a su antojo dispusiera de mí.
Joaquín Sabina.
Las personas a mi alrededor ya estaban hasta la madre de escucharme decir "No quiero cumplir 20", estaban hasta la madre de leer mensajes en whatsapp con la misma frase y de responderme "Tranquila. Crecer es inevitable"; porque entré en pánico con la idea de cumplir veinte desde que cumplí diecinueve.
Mientras pasaban los días con una velocidad vertiginosa me iba acostumbrando a la idea porque ya saben, tampoco es para tanto... ¿O sí? Dos décadas. Cuatro lustros. Veinte años. ¡No mamen, sí es para tanto! Y aunque sé que ya los tengo hartos, también quiero decirles que yo no tengo ningún problema con crecer; igual y mi problema es ya no tener al uno en mi edad como acompañante fiel de un "ay, estás bien chiquita".
Chiquita de estatura siempre he sido, pero ya no de palabras, ni de risas, ni de lágrimas o de sueños y, al parecer, tampoco de vida. He crecido. Y con el sentimentalismo que me da siempre que cumplo años, quiero agradecerles a todos los que me acompañan desde entonces, desde que sí estaba chiquita.
Gracias a todos los que caminan conmigo de la mano sabiendo que su tacto me hace sentir segura; a los que han secado mis lágrimas cada que lloro por una película, porque el mundo en el que vivimos se cae a pedazos o por lo que sea. A veces, cuando leo mis textos pasados me da noséqué —creo que pena— ser así de intensa; pero también me hace inmensamente feliz que ustedes así me lean, que así me quieran.
Gracias a los que me desean suerte en el amor (no puedo evitar sonreír cuando los leo o los escucho decirme esto). Sé que no están ustedes para saberlo, pero como yo sí estoy para contárselos, les digo que en el amor me va bastante bien; aunque lo que escribo en mi blog les haga pensar lo contrario. Me siento enamorada todos los días —todo el tiempo no, porque qué hueva— de diferentes maneras, por diferentes motivos: mis clases, mi carrera, las amistades que el destino me ha permitido conservar, los libros, la poesía, mi familia, mi lugar favorito... Y la lista sigue.
Hay una lista inmensa de personas que me han impulsado a ser lo que soy ahora y otra lista de personas que me han demostrado todo lo que no quiero ser nunca; con ambas partes estoy sumamente agradecida, también.
Justo el día de mi cumpleaños me di cuenta de lo afortunada que soy de sentir así, con esta intensidad tremenda que me ataca y que me hace escribirles esto para agradecerles por estar en mi vida, por regalarme sus palabras.
Lamentablemente, según el Tiempo, crecer y envejecer vienen juntos, como gemelos idénticos a los que sólo diferencia la estatura o el peso; vienen juntos con el primer hilo plateado que me adorna el cabello como un recordatorio constante de que, efectivamente, el mundo no deja de girar. Sin más por hoy, sólo quiero decirles que los guardo en el alma. ¡Feliz cumpleaños veinte a mí y feliz vida a todos ustedes! Los abrazo desde aquí. Con todo y mi crisis.