Se nos acabó el tiempo
Por fin me aprendí el poema de Neruda que usaste como pretexto para volar, sabiendo que podías regresar sin pasaporte a la ciudad que guardo entre las piernas. Todavía me sé de memoria el sabor de tus labios y la sonrisa que pones al encender mi luz cuando a mí sólo se me ocurre apagarla. No me alcanzan los dedos para contarte cuánto te quiero, pero te digo que te espero; aunque pase un año o pasen cinco porque, de cualquier manera, nunca te has ido. A nosotros se nos acabó el tiempo, pero no este inmenso cariño.