La tristeza de quererte
Quererte es andar en una casa sin luz, sin ventanas; una casa donde sólo a cierta hora, por la rendija de la puerta, nos visita la resolana.
Quererte es andar a tientas, sin saber cómo subir o bajar las escaleras; tropezarme con tus piernas y sumergirme sin oxígeno a nadar en tus venas.
Pero ya me cansé de extrañarte a todas horas, del tiempo torturándome, de ti jugando a hacer figuras uniendo las pecas de mi espalda. Me he cansado de aferrarme a verte volar, porque cada vez te alejas más.
Somos un naufragio que no se ha resignado a hundirse por completo y ya no puedo pedirte que te quedes; es más, ya no regreses. Me descobijan tus besos y se me acabaron las ganas de llorar de madrugada. Ten, te regalo todo este amor para que, por fin, te vayas.