Lunares y tulipanes
Terminó la primavera. Llegaste tú a sembrar tulipanes donde había grietas y, de repente, ya no estaba tan rota; me había hecho amiga de las mariposas.
Encontré las cosquillas que esconde tu entrepierna y, poco a poco, mi piel se fue llenando de tus huellas.
Aprendí braille para saber qué decían los 21 lunares de tu brazo derecho e hice un trato con los 78 de tu espalda para que me guardaran un lugar chiquito por si tenía pesadillas en la madrugada.
Inventé un nombre para describir el color exacto de tus ojos que, además de hogar, también eran destino. Tu calor le quitó a mi cuerpo el frío.
Guardé en un frasco todos los besos que me lanzaste y el viento no me entregó para usarlos cuando me hicieran falta suspiros y no pudiera encontrarme contigo.
Tus brazos fueron mi refugio, encontré en tus besos una sucursal del cielo.
Hoy dejaré de hablar en pasado porque sé que, aunque nos parezca insuficiente siempre que estamos juntos, tenemos todo el tiempo del mundo.
Voy a quererte mientras la melodía del organillo no suene cerca de nosotros, mientras no llegue la tristeza. Voy a quererte mientras pueda.
Terminó la primavera. Llegaste tú a sembrar tulipanes donde había grietas y, de repente, ya no estoy tan rota. Soy amiga de las mariposas.
