Cuerpo de rescate

Tengo un amor que me salva con sus labios de tempestades y, con sus ojos, vuelve vendavales los temporales. No suelta mis manos hasta sacarme de los escombros cuando llegan terremotos a derrumbar mis ciudades.

Para atravesar inundaciones, su espalda envuelve la mía. Es mi chaleco salvavidas. Me cura las heridas. Sus brazos son el caudal que contiene el agua del río que se desborda sin aviso.

Sus besos hacen que llueva en el desierto, que se vaya el miedo, que florezcan vidas nuevas después de una sequía. Su risa vuelve a los huracanes brisa.

Me salva del vértigo y sus pasos me han guiado para salir de incontables incendios. Guarda en el botiquín de su pecho aliento, suspiros y tiempo. Tengo un amor que vuelve chiquitas las catástrofes y todos los desastres naturales.